inicio
no supe cómo llegó
fue mucho después que
me hablaron de él
pero...
¿quién es él?
- pregunté
me acompaña desde que
tengo memoria
a pesar de esto,
siento que no lo he
conocido en realidad
no sé su origen
no sé nada de
su historia anterior
llegó a mi cuarto cuando estaba recién nacida
una amiga de mi madre se lo entregó como un amuleto
mi madre lo ponía en mi cuarto
y se volvió parte de mis muñecas
su postura es muy parecida a mi forma de dormir
mi madre no entendía nuestra conexión
él encontró compañía en mí
Es una historia bien conocida que la muerte se ha presentado a la humanidad disfrazada con múltiples formas, acompañada a veces de animales, objetos, sonidos e incluso augurios, que ella nos acompaña desde tiempos inmemoriales. Pero poca gente conoce la muerte y sus maneras de vestir, sus deseos por los accesorios decorativos, su gusto por la música, el arte y el teatro. Esta es una de esas historias, uno de esos extraños relatos sobre la muerte y su obsesión por los collares y pulseras de perlas y de su amor por los títeres.
Se dice que esta obsesión de la muerte por las perlas tuvo su origen en Asia, con los fenicios. Pero que se consolidó en Mesopotamia, hacia el 5300 a.C, especialmente en el seno de las civilizaciones asiáticas. Hasta que un buen día, alrededor del 300 a.C. una tal Anaid en Grecia, hija de carpintero y amante del teatro y de los títeres, diseñó una pequeña caja roja, contenedora de sueños y aventuras, que narraba la historia de la muerte y de cómo ella le arrebató a sus dos pobres infantes. La muerte, en uno de sus múltiples viajes tropezó con este extraño acto de magia y se sintió fascinada, llegando a desear profundamente apoderarse de la caja. Sin embargo, se dio cuenta que, si bien ella tenía el poder de arrebatar la vida, no tenía el don de dar vida a los objetos contenidos en esa pequeña caja, no poseía la capacidad de animarlos y recrear su historia. Frustrada por sus dones decidió urdió un plan. Se le presentó una noche a Anaid para realizar un particular trueque, ella le regalaría un collar, un par aros y unas pulseras de perlas, objeto de lo más deseados y fascinantes para la época, a cambio de que Anaid representará la obra de títeres de su caja roja cada noche de luna llena durante todo un año. Para sorpresa de la muerte, Anaid aceptó sin dificultades, con una sola condición, que además incluyera una pieza de madera barnizada con un extraño motivo que ella había diseñado para sus hijos, esto con el único fin de poder incluir esta pieza de barniz en la propia caja, como un presente y símbolo de reconciliación con la muerte. Desde ese momento, Anaid y la muerte se volvieron grandes amigas, compartiendo hasta la última función, en la cual Anaid dejó este mundo físico para unirse eternamente junto a su amiga la muerte.
Se dice que desde la muerte de Anaid, esta extraña caja roja vuelve a animarse y representar su función cada noche de luna llena, y que al amanecer aparece junta a esta caja un perla del juego de collares y pulseras que tantas veces le obsequió la muerte a su vieja amiga.